lunes, 19 de octubre de 2009

Espejo

Mi rostro me mira a lo lejos.
¿Soy un reflejo?

Me estoy mirando en un espejo.

¿Que veo en el espejo?
Seré realmente yo
¿Ese es mi rostro?

Me estoy mirando en un espejo.

Encerrado en mi mundo
Deje correr sin querer el tiempo
Ahora me mira fijo
Alguien que no soy yo,
pero que sé, es mi reflejo

Me estoy mirando en un espejo

viernes, 16 de octubre de 2009

Conciencia

Quiero perder la conciencia. Quedar botado en la hierba, divagando. Me matan por amar a la ardiente poesía, la ardiente prosa. Estoy condenado a morir amando a una ilusión absurda. Poesía. Como vivir sin ti. Juzgado. Vivir siempre juzgado, loco, enfermizamente, perdidamente, rotundamente loco. Involucrado con una prostituta, que se deja amar por quien la desee. Quiero que mi conciencia se vaya, escape. Quiero tomar con mis manos a la prostituta, a mi prostituta, y ahogarla, desgarrarla. Pero mi conciencia no me deja mas salida que amarla, desearla, vivirla; y se que es mi condena más dulce, la más suave, la más pura. Y me prostituyo también. Soy peor que la fogosa poesía. Soy la Gran Ramera de mi lápiz, de mi cuaderno, de mi diario, de mi corazón y mi conciencia. Prostituta. Eso soy. Y se me señala al caminar. Me escupen. Se ríen. Lanzan fuego a mis ojos con los suyos. En una sola mirada me asesinan, me acuchillan hasta saciarse. ¡Como me gustaría hacer el amor frente a sus ojos acuchillantes! Dejarlos ver mi placer, mi cuerpo amancebado, desgarrado por cada beso. Y ver sus rostros de jueces hipócritas. Dejarlos ver mi cerebro, mis piernas, mis muslos deseosos de placer carnal, mis labios rojos de pecado, mi sudada espalda acariciada por la prostituta poesía. No dejarían de odiarme, castigarme, criticarme, juzgarme, desgarrarme ni matarme. Pero al menos yo la tengo a ella, una dama fácil, y ella a mí, la Gran Ramera, que la ama, admira, desea, disfruta. Quiero perder la conciencia y volver a enamorarme enfermizamente, perdidamente, rotundamente de la mujer-hombre llamada poesía.